En las zonas del Donbás todavía controladas por Ucrania, la población huye de esta región del este del país temiendo la llegada de la aplanadora de los rusos y cientos de mujeres, niños, ancianos, esperaban este fin de semana un tren la estación de Kramatorsk.
En la pequeña y pulcra estación de trenes, cuya fachada acaba de ser pintada de rojo y blanco habitualmente había dos tres por día, ahora hay cuatro.
“Los hombres nos quedamos, nuestras familias se van” dice Andréi, cuya esposa y dos hijos esperan, pacientes, con sus maletas posadas a sus pies.
Desde que Rusia anunció que quiere “concentrar sus esfuerzos en la liberación del Donbás”, esta región del este, la histórica cuenca minera de Ucrania, vive con la angustia de que haya una gran ofensiva rusa.
Kiev teme que la situación empeore a medida que las fuerzas rusas intentan rodear al ejército ucraniano.
Las tropas ucranianas están desplegadas desde 2014 a lo largo del frente que bordea Donetsk, al sur, y Lugansk, al este – capitales de las dos “repúblicas” separatistas prorrusas autoproclamadas -, y que va hasta Izium, en el noroeste.
Kramatorsk, capital regional de facto desde octubre de 2014 del territorio aún bajo control de Kiev, está ubicada en el centro de esta peligrosa zona, y podría verse asediada por las tropas de Moscú.
“Según las últimas informaciones, Rusia está trayendo sus tropas al este, y pronto estaremos rodeados” se preocupa Viktoria, médico de “Asistencia Humanitaria”, según la credencial que luce en su pecho.
Ella espera que el ejército ucraniano se repliegue.
“Aquí podría producirse el próximo Mariúpol” advierte, aludiendo al puerto asediado y bombardeado frente al mar de Azov.